Rumoroso aunque sin interrumpir emociones el Río Quequén Salado continuaba buscando su destino de mar bajo el puente que es un lazo de unión entre los distritos de Tres Arroyos y Coronel Dorrego; Unos metros más hacia Oriente, el Padre Castrillo levantaba su mano bendiciendo un cartel que habla, sin rodeos, del amor de los habitantes para con su ciudad; «Yo amo a Oriente» que lo destaca el cartel con un gran corazón rojo. Frente a él, cruzando la ruta de acceso, un sendero autoguiado de casi dos kilómetros uniendo el Puente Nuevo con el Paraje Puente Viejo, lugar donde funcionó la Hidroeléctrica del Sud; donde también pasó el Ferrocarril en la tan recordada Vía Defferrari. Carolina Schena, fue quien explicó los detalles de ambas inauguraciones.
La mañana se estaba haciendo mediodía, el sol mostraba su imponencia y los vecinos se juntaron con alegría tras el nuevo cartel para celebrarlo junto con los 114 años de la ciudad.
Antes en la Plaza Central de la ciudad, autoridades, representantes de instituciones y vecinos se habían reunido para llevar adelante el acto protocolar, que tuvo la particularidad de la emoción constante; el delegado comunal, Patricio Bertone se refirió a las cosas buenas que pasaron durante el año pero no dejó pasar la ocasión para mencionar las circunstancias tristes y los vecinos que partieron en este período, subrayando los acontecimientos que unen los sentimientos del pueblo, incluso los acontecidos en su hermana localidad tresarroyense de Copetonas, allegada por diferentes razones, no sólo por cercanía a Oriente.
El intendente Chalde, se sumó también a lo mencionado por el delegado Bertone y brindó una apretada síntesis de realizaciones concretadas y en ciernes; las viviendas próximas a inaugurarse y el parque industrial fueron parte sustancial de su alocución.
El Río Quequén Salado, una vez culminada la celebración, siguió su indetenible derrotero, siempre rumoroso y sin interrumpir las emociones, que ese día, a no dudar, fueron muchas.
Info y fotos : Prensa Municipalidad de C.Dorrego


